Las noticias más importantes llegan sin avisar.
Así como una ventisca: te erizan la piel o te refrescan. Después, las palabras ya no están, pero la noticia sigue presente. Tu cuerpo y mente vuelven a experimentarla una y otra vez; por miedo, por esperanza, por ansiedad. No estas listo para ellas, y si lo estuvieras, las frases sólo serían una confirmación.
Ellas no te esperan. Son inconscientes. Oportunas o egoístas.
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