16 diciembre 2011

Su perfección

Sonreía.

Es todo lo que recuerdo. Por un momento me pareció que me miraba directo a los ojos.
En definitiva, sobresalía entre el resto.

Era primavera, y yo sólo la veía a ella.
               Su pequeño pie, sus diminutos orejas; no estaba destinada a ser una anciana.
               Sus facciones jamás serían gruesas.

               No conocería el trabajo de una criada,
               no necesitaría del mantenimiento de su belleza.

Como la relación que mantuve con su madre: espontánea; un día existió y era perfecta...
               Pero la perfección siempre guarda un secreto,
               un trato con la modestia.

Ahora

Subterránea, en su suelo yerguen flores.                               Porque la perfección,
                                                                                           no puedes ser humana.

18 noviembre 2011

Besos

a. Qué bien besar una boca
sentir unos labios golpeando los tuyos una y
otra vez

b. El otro día en la tele salió un programa especial de puros 
besos y
en otro canal —koko el chimpancé— aprendía a dar besos y
los mandaba desde su jaula

c. Me preguntó si a mi hermano le di muchos besos
antes de que se atravesara ese coche que
ya no me dejó verlo

d. En Bagdad un empleado del gobierno fue acribillado en 
su automóvil
quedó tendido en el sillón
salió en el noticiero, al mediodía, después del especial de 
besos

e. Pienso... besos en otros días que no fuera en su
cumpleaños

f. Parabrisas, para brisas, si aquí no hay brisa, sólo aire, un 
poco, a veces.

g. La diferencia entre el empleado de gobierno en Bagdad que fue acribillado y mi hermano es que el primero quedó sobre el asiento, de costado —supongo. Mi hermano, que se impacto con otro coche, quedó sobre el volante o en el respaldo del asiento, nunca supe

h. Sobre los besos, la incógnita es la misma, quien sabe si uno y otro habrán recibido suficientes. Del empleado de gobierno es imposible saber, habría que contactar a su familia y averiguar un poco... De mi hermano tampoco se puede definir nada. En la casa, no se acostumbraba dar besos salvo en cumpleaños, viajes, año nuevo, apuestas, etc.

i. No entiendo porque se le llama parabrisas al parabrisas, por qué no paravientos, parapiedras o parabichos. Y a los besos, porque no para labios, para babas, estimulantes o algo así



Por: Jessica Díaz.

28 octubre 2011

Estalla

Como una burbuja. Estalla. Mi cuerpo se acostumbró al aire de ésta. Y estalla. Dentro los minutos no cuentan; el tiempo es diferente, rápido y lento. Difícil de explicar. Estalla y se desequilibra el sistema sanguineo. Me mareo. Pero siempre estás ahí cuando abro los ojos. Aún me tomas de las manos, me envuelves en tus brazos. Sujetas y no pierdo el equilibrio, poco a poco me acostumbro.
Ese es un beso largo.



      "Si, de esos que no quieres 
                                                                                                
                                                                                   que se acaben"


Fotografía: Sweetest friendship

27 octubre 2011

"La vida se hace de momentos,


los momentos se transcriben en frases,
y las frases nacen de las ideas.

Es así,como una vida se resumen a un:

Macramé de Ideas."


  Hilo a hilo, el tejido se va formando; idea por idea, la vida se va desvelando. Porque cada vida no es más que una combinación de recuerdos; tan desequilibrada como perfecta para su dueño. Y los tropiezos son como los nudos: la mejor forma de soportarlos es haciendo arte con ellos.


  Macramé de ideas: Tejiendo letras ajenas, anudando palabras propias.


"Pásele, pásele..."

21 junio 2011

Lucille.

Me besó.

L: - No soy una persona de palabras, prefiero actuar antes de explicar.
G: - Sí, lo acabas de demostrar.
L: - Deberíamos salir un día...
G: - Gerardo, me llamo Gerardo.
L: - Claro.

Tendió una nota con 8 dígitos y el nombre "Lucille" recién hecha con una pluma que llevaba en el pantalón. Ese fue el primer día que la vi, nuestra primera conversación.

L: - En verdad te gusto ¿no es cierto? - No importaba si hablaba o actuaba, siempre me agarraba desprevenido.- Te agrado.
G: - Sí.
L: - Entonces te pediré un favor. Nunca te enamores de mí.
G: - No entiendo.
L: - Es simple. No te enamores de mí. Promételo.
G: - Pero, eso es imposible. Uno no llega y decide enamorarse. Sólo se enamora.
L: - Entonces, prométeme que cuando empieces a hacerlo, te marcharás.
G: - ¿Por qué haría eso?
L: - Porque comienzas a amarme, y como es así, quieres convertir mis deseos en realidad y esas tonterías. Por lo tanto, cumplirás tu parte, y no me amaras por completo, porque te irás antes de hacerlo.
G: - Pero una vez que empiezas, no basta con dejarla, terminas buscando a esa persona.
L: - Entonces también promete que no me buscarás.
G: -Claro... - Decidí terminar su juego tras una sonrisa.
L: - Es en serio, no te rías, promételo.
G: - De acuerdo, lo prometo. Pero...
L: - Pero ¿qué?
G: - ¿Qué pasará si tú te enamoras de mí? ¿Cumplirás la misma promesa?

Se quedó en silencio. Me miró a los ojos; seria. Bajó la mirada, se levantó, y se fue.
Esa fue la última conversación. No volvió a buscarme, y yo tampoco.

08 junio 2011

Canción de Amor - Gibrán Jalil Gibrán.

Decidí que una vez a la semana, pondré aquí algo ajeno. He aquí el primero:



Cierta vez, un poeta escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos, hombres y mujeres, y también a una joven que había visto tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y cuando pasaron dos o tres días vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta. Y la carta decía:


"Déjame decirte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda".

Y el poeta respondió, diciendo en su carta:

"Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a cualquier mujer."

Y ella le escribió a su vez, diciendo:

"¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!"





09 mayo 2011

Diarios de Julia. - Parte 4

Querida, Julia.


Primero quiero que entiendas una sola cosa. Te amo. Lo hago y siempre lo haré. Pero por ahora necesito tenerte lejos; lejos para no llegar a odiarte (que es lo qué menos quiero).


No sigas. Te lo suplico: detente. Tus palabras no te hunden, pero tampoco surten efecto alguno en mí y mi decisión. Por ahora, por un tiempo, ya no puedo cuidarte. Cuidate tú, y no trates de cuidarme a mí. ¿Qué te parece que cada quien se encargue de su persona y punto? Haz crecido, ya no me necesitas, así que madura. Madura y encárgate tú sola de tu vida. Acepta las consecuencias, enfrenta tus errores; o mejor dicho: ¡admite tus errores!


Te amo, Julia. Pero no, no quiero que me convenzas que lo que hiciste fue por mi bien. Lo hiciste por ti, porque sólo piensas en ti. Viste competencia en el camino, y te encargaste de exterminarla. Lamento decirte que con ello no me ganaste de nuevo para ti sola, en cambio perdiste buena parte de mí (pero no toda, porque aún te amo)


Pero fue mi error y por eso lo siento, y porque te amo, no volveré a arreglar tu vida, hermana. Debes aprender por tu cuenta.


Carla.

No fue una sorpresa encontrarse con esa hoja de papel doblada entre las páginas de su diario. Sabía muy bien lo que significaría para Julia en el momento en que la escribió y la mandó. No se arrepintió, ni se arrepentía, pero seguía preguntándose que sería de ella y su hermana si esa carta no fuese mandada, si hubiera aparecido ese día en el parque. Hubiera, hubiera, hubiera. ¡Los hubieras no existen!

La carta estaba en perfectas condiciones. Sólo se veían las marcas de los dobleces. Ni una evidencia de enfado, llanto o cualquier sentimiento estaba impregnada en la blanca hoja. Sin embargo, algo de Julia había quedado en ella; podía imaginarse a su hermana en su habitación, leyendo una y otra vez aquellas palabras. Soltar un par de lágrimas. Contener la rabia de romperla en mil pedazos. Convencerse de que lo leía y no estaba en un sueño.
-- ¿Seguro que ese era el número?

-- Sí.

-- Me odia.

-- No lo hace, no podría hacerlo.

-- Entonces porqué lo hace. - trataba de mostrarse fuerte, pero fue inevitable que una lágrima se le escapara.

-- Debo decirte algo, Carla. - su expresión era seria, quería abrazar a Carla y decirle que todo estaría bien, pero no podía mentirle.

El rostro de la mujer giró hasta los ojos del detective. Disfrazó la debilidad que la lágrima asomaba con un rostro frío, inexpresivo.

-- No hagas las cosas de rodeos. ¡Suéltalo, Rogelio! - La voz era áspera, como la de una madre que acaba de descubrir la travesura de su hijo y quiere que este la confiese. 

-- Es extraoficial, la policía no lo sabe. Sólo yo y la persona que me lo compartió. - comenzó, sonaba decidido pero Carla percibía su nerviosismo.

-- ¿Quién? 

-- Fernando. Un conocido de tu hermana. - Sabía de quien hablaba, Julia lo había escogido como presa de sus instintos femeninos hace más de un año. - Me contactó, él me dio el teléfono. Mataron a alguien y tu hermana es testigo.

-- ¡Es una idiota! Cree, como siempre, que ella va a lograr resolver todo.

-- No he terminado. Mataron a un periodista, y según Fernando, Julia asegura que fue un policía. Tengo la sospecha de quien es, ella lo identificó pero no quiso compartir toda la información por seguridad, pero sé quien es. Este hombre tiene fama de corrupto, pero es intocable.

-- ¡Al grano, Rogelio!

-- Es el hijo del Diputado Zaragoza, Eduardo.

Las palabras desparecieron de la habitación. La sala de Carla ahora era una zona de silencio absoluto. Era un asunto grave, el mismo hijo del diputado más famoso de la comunidad era un asesino. Su padre tenía fama de ser duro, exigente, terco, pero un excelente político y nunca ambicioso. Eduardo en cambio era la oveja negra: perezoso, ambicioso, y egoísta. Tenía trabajo gracias a las palancas de su padre, y hacía lo que le placía porque sabía que estaba bien protegido. Por un momento no le pareció por completo una locura, incluso se imaginaba que aquél "bastardo" (como ella lo llamaba porque estaba segura de que no tenía los mismo genes que su padre) era capaz de matar.

-- Lo está volviendo a hacer. Diablos, no sabe donde se acaba de meter. - susurró por fin. - ¿Sabes dónde está?

-- Sí, pero te puedo asegurar que la llamada la hizo sentirse insegura y cambiará de lugar. Pero haré lo que pueda, tengo contactos, contactos que quieren que Eduardo Zaragoza caiga. Con la ayuda de Fernando, puedo lograr que se haga justicia. - sonaba convencido - Pero... ¿lo está volviendo a hacer? ¿a qué te refieres?

-- Que al último asesino que trató de exponer, fue mi novio. Creo que sabes muy bien como termino esa historia.

Rogelio Martínez, entumiendo la quijada, sólo asintió.

06 mayo 2011

Cuando.

Cuando nuestros "hola's" los intercambiamos por un "te quiero" y evitamos pronunciar un adiós.

Cuando las palabras ya no alcanzaban para terminar una frase, y era necesario un beso.

Cuando a través de mi mirada te veías como espejo, mientras que mi estómago ofrecía hospedaje a un cosquilleo...

... mi piel te memorizó.

04 mayo 2011

Pared


Es increíble como una pared puede transformarse en el recuerdo de mil travesuras, mil llantos, mil enfados... pero sobre todo, la pantalla de un millón de buenos momentos.

19 marzo 2011

Diarios de Julia. - Parte 3.

Un cigarrillo entre sus labios partidos. El auricular del teléfono en su oído izquierdo.

- ¿Julia? Sé que eres tú. Escucho tu respiración. - Voz masculina. - Tú hermana está muy preocupada, Julia. Desaparecer no es como arreglarás las cosas. Madura.

Una cama debajo de su cuerpo.

- Te ruego digas algo. O no, cómo quieras, pero hazme caso: regresa. Te ayudaré, como amigo de Carla lo haré.

Ropa interior y una playera sobre él anterior; a pesar del frío.

- No sé cual es exactamente tu plan, pero lo único que estas logrando es mover a un montón de gente sin necesidad, entiende que tú sola no puedes cambiar al mundo.

El reloj se acerca a los 50 segundos.

- ¡Julia, contesta, dime que eres tú, que no estas muerta! - Cuelga, 10 segundos más y tendrían su ubicación.

No habló, porque no quería. No colgó inmediatamente, porque tampoco quería. Pero no ha regresado porque no lo quiera, si no porque no puede. Su mente aún repasaba esa noche. Uno, dos, tres disparos. Fue como si el color blanco de la camisa se desvaneciera, nadara hasta la piel, tratando de escapar de aquel rojo que desde el ombligo lo perseguía. No pudo llorar, no pudo gritar.

- ¿Por qué no avisaste a nadie? - Le gritó Fernando cuando llegó a altas horas de la noche a su departamento.

- ¡Te estoy avisando a ti! Lo mataron, Fernando, ellos lo mataron. - Estaba desesperada, un nudo no sólo en la garganta, en todo el cuerpo. Sabían que los investigaba, que su secretos comenzaban a escurrirse, como si fuesen agua y la víctima la bebía ansiosa para acabarlos, hacer justicia.

-  ¿Dices... que fue la misma policía? - Pero qué pregunta más estúpida, tanto él como ella sabían a lo que su compañero se había estado dedicando los últimos meses: una historia que revelaría lo corrupto que era el departamento judicial. Los mismo que debían protegerlos, eran quienes atentaban contra su seguridad a diario. - No podemos probar nada, sólo un pequeño círculo sabía de su proyecto. Alguien de dentro tuvo que haberles pasado la información.

- Me vieron. Estoy segura de que lo hicieron. Arreglaré esto, pero lejos.

Tomó sus cosas, besó a su amante, y se marchó. Rusia fue su elección. Pasaporte y documentos falsos. Una pequeña habitación con el costo de 85 rublos (3 dólares) por día. Red segura instalada por un buen amigo de la universidad - la misma que abandonó en el tercer semestre - y constante ayuda de una mujer que hace dos años ayudó sacando al aire su historia y liberándola de un marido abusivo.

No extrañaba a Fernando. No extrañaba a sus amigos, ni su trabajo. La extrañaba a ella, Carla, su hermana. Un año sin hablarse era complicado, pero un año en esquinas completamente alejadas del mundo era demasiado. Fue por eso que no colgó. Sabía que el hombre con el que hablaba había estado enamorado de su hermana desde la adolescencia, que si pudiera ayudarla lo haría, y eso la reconfortó. También lo hizo el descubrir que Carla se preocupaba aún por ella. Pero está vez no podía cuidarla.

Llevaba suficiente información, pero aún no la necesaria para sacar el artículo que quería. Faltaban datos y pruebas tangíbles. Para eso tendría que moverse, regresar después de un mes a su hogar. Mañana era su vuelo, pero debía permanecer aún oculta.

- Si entendieras, comprenderás que es la única solución. No puedo aparecerme aún. Sé que no puedo cambiar el mundo, pero con esto sí, sacaré a luz todo. - respondió a la llamada telefónica que había colgado hace unos minutos - Estoy bien, dícelo, y dile también que la quiero y que lo siento.

Cerró los ojos por esa noche, pero no descansó.

15 marzo 2011

Gramática en la vida.

Quería el sujeto, era perfecto. Las letras exactas, no muy extenso, pero suficiente para las necesidades del argumento. Luego llegó el objeto directo. Complicado. Con el tiempo, el sujeto perdía sentido y el conjunto era extraño, aburrido y tedioso. Fastidioso. Trató de modificarlo, de hacerlo más ameno. Sin embargo, estaba escrito con pluma indeleble, y mientras más corrector usaba, la hoja se lastimaba más y más.




Por:  bluepumpkin en DeviantART




Así fue como decidió cambiar de FRASE.

13 febrero 2011

La Casa de Coyoacán.


I
6 de Marzo.
Nadie más estaba en la habitación. Dos sillas, un café y un ambiente de nostalgia era lo que la acompañaban. Dentro de su pecho sentía como el lugar donde se encontraba su corazón, era apretado, estrujado sin compasión. Era sábado, el primer sábado sin mirar su rostro.

Cerró fuertemente los ojos, apretando los puños y cada músculo de su cuerpo. Contó despacio hasta tres, y volvió a abrir sus parpados. Nada, no era un sueño, estaba totalmente despierta. Una lágrima escapó por su mejilla, pero en su rostro no había dolor, no había felicidad, seguía seria, tan seria como hace cuatro días. Se imaginaba de todo excepto pasar sola ese fin de semana.

– Seguro me queda poco tiempo, Lourdes.

– No digas esas tonterías, papá. – respondió con una sonrisa en su cara mientras dirigía la taza de café hasta sus labios. - Cumplirás los 70 y te ves más fuerte que mi jefe. – agregó antes de sorber.

– ¡Está caliente, Lourdes! – advirtió, demasiado tarde, ya que la muchacha ya se había quemado la lengua.  - Tienes razón, morirás antes que yo con lo distraída que eres.

Lourdes rió, nuevamente en la habitación vacía ante tal recuerdo. Una vez había tratado de decirle acerca de su enfermedad, pero ella no se lo permitió. Apretó los dientes, pensando que tal vez hubiese sido mejor saberlo. Si hubiera tratado más veces de confesárselo, ella ahora estaría más preparada.

En cuanto empezaba la semana esperaba con ansias la llegada del sábado, el día en que sorprendía a su padre con su nueva creación de postres, guisados o sopas. Aguardaba con tantas ansias recibir su crítica, a pesar que fuera un ignorante al respecto. No tenía novio ni pareja parecida, su padre era el único hombre de su vida.

– Sé que te burlas de mis críticas ante tus platillos, pero créeme, mi madre era mejor cocinera que lo que son ahora el 90% de los chefs en México. La educación cada vez se vuelve más mediocre en cada carrera que existe, y el país no las apoya todas porque cree que no son importantes, pero todas lo son. No digo que eres excelente cocinera, pero eres buena, sólo no decaigas en la mediocridad en la que tu jefe capitalista ha caído.


 Desde que tenía memoria, Lourdes escuchaba la comida de todos los miércoles con Rafael y Juan, mientras que uno hablaba de futbol y el otro de ingeniería, su padre siempre hacía algún comentario en que involucrara el gobierno, las nuevas leyes de educación o el capitalismo y la mediocridad en la que, según él, había caído el país.

Ella jamás se interesó por completo en la política, pero su padre había dedicado su vida entera a debatir sobre ésta, era por eso que estaba acostumbrada a observaciones que nada tenían que ver con gastronomía, cuando ella le pedía su opinión sobre lo salada o espesa que estaba la crema de zanahoria.

No se había dado cuenta de cuanto lo extrañaba en realidad hasta que nadie comentó nada cuando tomaba el café o se servía una rebanada de pay de manzana que había preparado el día anterior cuando no pudo dormir. Siempre, desde que tenía memoria, los sábados eran suyos, nadie más, ni su madre, ni su hermano se entrometían en las platicas que organizaban, aunque a veces ninguno de los dos se entendiera. Su mente divagaba entre cada una de sus memorias, tratando de revivir a su padre a través de ellas, hasta que un el timbre de teléfono la distrajo.



Este es el inicio del primer cuento que mande a concurso.  Quería compartirlo pero me pareció demasiado largo para una sola entrada, y tampoco deseaba dividirlo; fue por eso que lo subí en aquí. El link está dentro del blog, por lo que es seguro y también podrán comentar.
Un beso y gracias, siempre es lindo descubrir que han leído.

05 febrero 2011

Noticias.

Las noticias más importantes llegan sin avisar.


Así como una ventisca: te erizan la piel o te refrescan. Después, las palabras ya no están, pero la noticia sigue presente. Tu cuerpo y mente vuelven a experimentarla una y otra vez; por miedo, por esperanza, por ansiedad. No estas listo para ellas, y si lo estuvieras, las frases sólo serían una confirmación.


Ellas no te esperan. Son inconscientes. Oportunas o egoístas.



23 enero 2011

Melancolía dorada.

Como aquel globo en mi ventana, en forma de estrella. Dorado, atraía a la vista. Un día se atoró en el techo y se volvió parte de mi paisaje. La historia del porqué es curiosa, un juego de niños. Al principio fue divertido, lo veíamos con un reto. Pero no había forma de regresarle a nuestras manos. Le extrañábamos, pudimos haberle ayudado a escapar pero en nuestro afán de tenerlo para nosotros, se rompió. El helio se le escapó y perdió su forma, ya no lo reconocíamos. Nos vencimos, ya no había forma de sacarlo de ahí.

Hoy parece que quiere huir con el viento, pero su hilo lo mantiene atado a su viga. A veces me le quedo observando durante largo tiempo, lo he adoptado como una especie de terapia. Otros días se da por vencido, parece que piensa y sabe que jamás se soltará; es realista.

Como el globo dorado, todas las mañanas me recuerda que es culpa nuestra que este ahí, aprisionado e inalcanzable para siempre.

09 enero 2011

Receta para un día nublado.

7:30 am. Suena la alarma. Te levantas, te bañas, te vistes. El cielo está gris, desafortunadamente.

Trece escalones, 25 pasos: llega a la cocina. Una taza, 1/4 de leche, un sobrecito Splenda, otro de Coffee Mate media cucharadita de café instantáneo. Guardas la leche, calientas en el microondas. 40 segundos no te gusta muy caliente Pip pip pip.

Es sábado y quieres volver a la cama pero la rutina te ha hecho olvidar apagar la alarma; quieres espantar el poco sueño que te queda con el café. El control en tu mano, vaciar la mente podría servir. No tardas más de 10 minutos para aburrirte y apagar aquella caja que transmite imágenes inútiles para ti. Un sorbo de café. Decides leer.

No hay periódico y tu mente realmente no está para comenzar una novela. La revista de Rolling Stones te facilita el día. No hay nada que te interese, sólo un articulo sobre la última entrevista de John Lennon demasiado largo para querer realmente leerlo en ese momento. El café ya va a la mitad.

No sabes la razón, pero esa mezcla de cafeína y lactosa te hace sentir mejor. Se ha vuelto una droga, lo sabes y no quieres dejarla. Cada que tu lengua lo toca, baja por tu esófago y crees sentir como calienta tu estómago es una delicia, un alivio.

El fondo blanco de la taza ya se ve, no queda más que una gota y todo se viene abajo. El hambre de la mañana se confunde con el hueco en el estómago que comienzas a sentir. Tienes ganas de tirar la taza, destrozarla y hacerla añicos por crearte la falsa fantasía de que todo estaba bien. Lo haces, pero suavemente y sobre la superficie de la mesita de centro de tu sala. Tu mente se pone en contra tuya, nuevamente.

"Lo haremos todo, todo, por nuestra cuenta. No necesitamos nada, ni a nadie... ¿mentirías conmigo?" La letra  de la canción te persigue; la haz traducido ayer tratando de entenderla. "¡Miente conmigo! ¡Miente por mí!" Repites una y otra vez en silencio, luego un sencillo "Vuelve" Duele. Y esta vez una taza de café no podrá esconderlo.





La canción mencionada en el relato es: Chasing Cars del grupo Snowpatrol. 
Letra y video: Chasing Cars. 
(El fragmento original que aparece el texto es "We'll do it all / everything / on our own / We don't need / anything / or anyone (...) / Would you lie with me (...)"