21 junio 2011

Lucille.

Me besó.

L: - No soy una persona de palabras, prefiero actuar antes de explicar.
G: - Sí, lo acabas de demostrar.
L: - Deberíamos salir un día...
G: - Gerardo, me llamo Gerardo.
L: - Claro.

Tendió una nota con 8 dígitos y el nombre "Lucille" recién hecha con una pluma que llevaba en el pantalón. Ese fue el primer día que la vi, nuestra primera conversación.

L: - En verdad te gusto ¿no es cierto? - No importaba si hablaba o actuaba, siempre me agarraba desprevenido.- Te agrado.
G: - Sí.
L: - Entonces te pediré un favor. Nunca te enamores de mí.
G: - No entiendo.
L: - Es simple. No te enamores de mí. Promételo.
G: - Pero, eso es imposible. Uno no llega y decide enamorarse. Sólo se enamora.
L: - Entonces, prométeme que cuando empieces a hacerlo, te marcharás.
G: - ¿Por qué haría eso?
L: - Porque comienzas a amarme, y como es así, quieres convertir mis deseos en realidad y esas tonterías. Por lo tanto, cumplirás tu parte, y no me amaras por completo, porque te irás antes de hacerlo.
G: - Pero una vez que empiezas, no basta con dejarla, terminas buscando a esa persona.
L: - Entonces también promete que no me buscarás.
G: -Claro... - Decidí terminar su juego tras una sonrisa.
L: - Es en serio, no te rías, promételo.
G: - De acuerdo, lo prometo. Pero...
L: - Pero ¿qué?
G: - ¿Qué pasará si tú te enamoras de mí? ¿Cumplirás la misma promesa?

Se quedó en silencio. Me miró a los ojos; seria. Bajó la mirada, se levantó, y se fue.
Esa fue la última conversación. No volvió a buscarme, y yo tampoco.

2 comentarios: