23 enero 2011

Melancolía dorada.

Como aquel globo en mi ventana, en forma de estrella. Dorado, atraía a la vista. Un día se atoró en el techo y se volvió parte de mi paisaje. La historia del porqué es curiosa, un juego de niños. Al principio fue divertido, lo veíamos con un reto. Pero no había forma de regresarle a nuestras manos. Le extrañábamos, pudimos haberle ayudado a escapar pero en nuestro afán de tenerlo para nosotros, se rompió. El helio se le escapó y perdió su forma, ya no lo reconocíamos. Nos vencimos, ya no había forma de sacarlo de ahí.

Hoy parece que quiere huir con el viento, pero su hilo lo mantiene atado a su viga. A veces me le quedo observando durante largo tiempo, lo he adoptado como una especie de terapia. Otros días se da por vencido, parece que piensa y sabe que jamás se soltará; es realista.

Como el globo dorado, todas las mañanas me recuerda que es culpa nuestra que este ahí, aprisionado e inalcanzable para siempre.

09 enero 2011

Receta para un día nublado.

7:30 am. Suena la alarma. Te levantas, te bañas, te vistes. El cielo está gris, desafortunadamente.

Trece escalones, 25 pasos: llega a la cocina. Una taza, 1/4 de leche, un sobrecito Splenda, otro de Coffee Mate media cucharadita de café instantáneo. Guardas la leche, calientas en el microondas. 40 segundos no te gusta muy caliente Pip pip pip.

Es sábado y quieres volver a la cama pero la rutina te ha hecho olvidar apagar la alarma; quieres espantar el poco sueño que te queda con el café. El control en tu mano, vaciar la mente podría servir. No tardas más de 10 minutos para aburrirte y apagar aquella caja que transmite imágenes inútiles para ti. Un sorbo de café. Decides leer.

No hay periódico y tu mente realmente no está para comenzar una novela. La revista de Rolling Stones te facilita el día. No hay nada que te interese, sólo un articulo sobre la última entrevista de John Lennon demasiado largo para querer realmente leerlo en ese momento. El café ya va a la mitad.

No sabes la razón, pero esa mezcla de cafeína y lactosa te hace sentir mejor. Se ha vuelto una droga, lo sabes y no quieres dejarla. Cada que tu lengua lo toca, baja por tu esófago y crees sentir como calienta tu estómago es una delicia, un alivio.

El fondo blanco de la taza ya se ve, no queda más que una gota y todo se viene abajo. El hambre de la mañana se confunde con el hueco en el estómago que comienzas a sentir. Tienes ganas de tirar la taza, destrozarla y hacerla añicos por crearte la falsa fantasía de que todo estaba bien. Lo haces, pero suavemente y sobre la superficie de la mesita de centro de tu sala. Tu mente se pone en contra tuya, nuevamente.

"Lo haremos todo, todo, por nuestra cuenta. No necesitamos nada, ni a nadie... ¿mentirías conmigo?" La letra  de la canción te persigue; la haz traducido ayer tratando de entenderla. "¡Miente conmigo! ¡Miente por mí!" Repites una y otra vez en silencio, luego un sencillo "Vuelve" Duele. Y esta vez una taza de café no podrá esconderlo.





La canción mencionada en el relato es: Chasing Cars del grupo Snowpatrol. 
Letra y video: Chasing Cars. 
(El fragmento original que aparece el texto es "We'll do it all / everything / on our own / We don't need / anything / or anyone (...) / Would you lie with me (...)"