Sonreía.
En definitiva, sobresalía entre el resto.
Era primavera, y yo sólo la veía a ella.
Su pequeño pie, sus diminutos orejas; no estaba destinada a ser una anciana.
Sus facciones jamás serían gruesas.
No conocería el trabajo de una criada,
no necesitaría del mantenimiento de su belleza.
Como la relación que mantuve con su madre: espontánea; un día existió y era perfecta...
Pero la perfección siempre guarda un secreto,
un trato con la modestia.
Ahora
Subterránea, en su suelo yerguen flores. Porque la perfección,
no puedes ser humana.