26 septiembre 2010

Perfume de Oro - Pte. 1

Nota: Perfume de oro es la historia de Daniel y Rocío, desde su primera conversación, hasta la última vez que se vieron. Serie de capítulos independientes que tratará de demostrar que de vez en cuando, está bien dejarse llevar por el romanticismo.
*****

Cesto de Basura


Hay algo que he querido decirte desde hace tiempo. Me cuesta hacerlo por temor, tal vez, a no decirlo con la verdad. Veces anteriores he cometido el error de mentir acerca de mis pensamientos, mientras yo muy bien sabía que no sentía tal cosa. Contigo, ocurre lo mismo. No te he dicho la verdad… y aún quiero permanecer esas palabras conmigo, mis dedos ansían por escribirlo. Que si el tiempo es correcto, que si lo que hago es una tontería, o que esto empeora más las cosas y yo, mientras tanto, sigo encerrada a la ilusión de que lo que hacemos es posible.


Mentir no es tan sólo decir algo incierto, también lo es guardarte la verdad. Una sola vez fue la que me preguntaste aquello que tantas palabras y divagaciones están causando en mi mente estos momentos; la respuesta de aquella vez, fue mentira… un intento de armar mi coraza para evitar provocarme dolor más tarde. Ahora veo que si en ese momento hubiese contestado con un simple “SÍ” no estaría martillando el cerebro para hallar como decírtelo. Y tan sólo tengo que escribir dos palabras, tres sílabas, cinco letras.


¿Es necesario seguir? Porque sé que sabes a qué me refiero, a qué punto quiero llegar. Es qué me es imposible hacerlo, es la primera vez que tengo la seguridad de sentirlo, y no puedo. Tantas veces que de mi boca salieron esas palabras, y ahora, es distinto. No hay quien me este dando dinero para hacerlo. No hay quien me amenace con entregarme para susurrarlo en su oído. Fue más fácil hacerlo en ese entonces, y ahora que nadie me obliga, que quiero hacerlo por mi sola, es… no complicado, no imposible, no erróneo. ¿Entonces qué es lo que me detiene a seguir?



La joven llevó sus manos a su lacia cabellera. Que estúpida se sentía. Jamás antes se había puesto a reflexionar lo complicado que era escribir una carta. No se imaginaba como sería hacerlo de frente. Si su corazón latía a un cien por hora con sólo ver aquella perfecta caligrafía propia, no podía imaginar como se sentiría si él lo leyera. Arrugó la hoja, con el basto pensamiento, y la tiro al cesto de basura.

Tantas veces había aceptado a darles el capricho hipócrita a los burócratas. Tantas veces había pasado su mano entre su grasoso cabello y sonreído a su enorme cara de asnos. Y ahora que realmente lo sentía, que quería hacer más que sonreírle, pasar su mano por su cabellera, juguetear con su corbata, tenía miedo, miedo de algo que no conocía.

Siempre había pensado que el día que encontrara a alguien capaz de enamorarla, iría hacía él sin pensarlo dos veces. Abandonaría su carrera de acompañante y estaría dispuesta a ser una normal ama de casa, o quien sabe, una gran empresaria cuidando de su marido. Pero no, eso no era tan fácil como se lo imaginaba en las noches cuando tocaba su almohada. No era el que él fuera intocable, eso podría arreglarlo con un encuentro casual, podía conquistarlo en un par de segundos; después de todo, así se ganaba la comida de día a día.

Pero algo era diferente; él sentía algo por ella. Aunque eso no era lo que le preocupaba, si no el hecho de que el querer fuera reciproco. Nunca se había enamorado, y jamás lo había planeado. No era de la clase de chicas que desde pequeñas soñaban con un príncipe azul. A lo más que había llegado, era a la posibilidad de que ocurriera, pero jamás se imaginó lo complicado que podría llegar a ser.

Observó el reloj tratando de desviar sus pensamientos; éste parpadeaba insistente: 6:00 am. Si no se tomaba una siesta ahora, no tendría la fuerza suficiente para poner buena cara con el presidente de una compañía exitosa. El maquillaje hace maravillas, pero eso no era lo que le ponía el dinero al bolsillo; debía aludir y hacer sentir querido a un viejo asqueroso y pervertido que jamás podría ser amado por alguien. Sin desgastar más sus neuronas, dejó el lápiz sobre la mesa de madera junto al montón de papeles y el cesto lleno de ellos – todos abultados- decidida a dormir un poco.

Bienvenida

"Soñar es mandar tu mente más lejos que lo que tu vista logra ver. Escribir es dejar que tus manos sean quienes plasmen lo que tu mente piensa, sueña. Leer es querer entrar dentro de la cabeza del autor, admirar su mente, sus sueños."
 - Zyanya Ponce

Cóctel de palabras será una preparación a base de una mezcla de frases con diferentes significados, distintas proporciones cuyo contenido será normalmente pequeños escritos nacidos de la mente de su creadora. También habrá ingredientes como las letras escritas por puño y letra de famosos escritores, poetas o compositores que marcaron más de una vida, entre ellas la de quien ahora se encuentran leyendo. Este lugar tratará de ser tan variado como sencillo, un escape de la realidad o una crítica a esta; un lugar para disfrutar.

Como autora de este Blog, les doy la bienvenida a ustedes y sus comentarios y opiniones. Les invito a soñar conmigo.